Trato de mirar,
analizar sus heridas.
La piel y los músculos,
deshilachados y desgarrados.
Los cristales incrustados
brillan como zafiros,
Los nervios de su cara,
Torciendo su boca en una mueca.
El olor de sus heridas supurantes,
es traído por el viento caliente.
Los tajos profundos, por días, lloraron.
Sus alas preciadas, destruidas, quedaron.
Los tajos corren como ríos,
hacia sus orbitales vacíos.
Y todavía puedo oler
el alcohol en su piel.
Sus frágiles huesos se quebraron
Y ahora castañean con el viento.
Puedo escuchar el silbido
cuando intento respirar.
Cortes superficiales,
azotes de un látigo.
Cortes profundos,
entrañas petrificadas.