Desciende un engendro aberrante,
Tras este un fuego eterno.
El mismo trata de alcanzarme,
Pronto me encuentro corriendo.
Reconozco figuras humanas,
retorciéndose en sollozos de miedo.
No puedo ayudar a estas pobres almas,
Las llamas me ensordecen rugiendo.
Reconozco figuras humanas,
retorciéndose en sollozos de miedo.
Debo eludir al águila,
sin embargo, me toma en sus garras.
Indefenso en su agarre,
me levanta hasta el cielo.
Por alguna extraña razón,
contengo todas mis lágrimas.
Por tanto y cuanto que llore,
a la llama no le puedo escapar.
Mi llanto es un grito de dolor.
Mi llanto es un grito de terror.
Tan pronto comienzo a aceptarlo,
mi muerte se viene acercando.
Gigante cubierto en metal,
sus manos con garras de águila.
Me lleva a un lugar imposible,
hasta que mi sueño se hace real.